jueves, 4 de junio de 2015

#NiUnaMenos

Hoy es 4 de junio. Ayer, 3 de junio, miles de personas participaron en la convocatoria #niunamenos en Argentina. Y me hubiese encantado participar. 

Habría participado con carteles, con dibujos, con cualquier cosa que pudiera. Porque hoy, 4 de junio, en Japón, la distancia me muestra una perspectiva más grande de la realidad. 

Hoy, 4 de junio, puedo decir que ayer vino un señor a cambiarme el horno, y no me tuve que preocupar por recibirlo estando sola en mi casa, en short y remera como los 31 grados que hacían, ameritaban.

Hoy, 4 de junio, puedo decir que el fin de semana salí con mis amigas por la noche, y no tuve miedo de volver caminando sola. 

Hoy, 4 de junio, puedo decir que no cierro los ojos y trato de hacer lo mismo con los oídos, cuando paso cerca de una obra en construcción. Y no es que los piropos sean en japonés... acá no se acostumbra a elogiarle la cola o las tetas a las mujeres y punto.

Hoy, 4 de junio, no aguzo los sentidos a ver si alguien me sigue en una calle desierta, ni me cambio de vereda si aparece un hombre caminando hacia mí. 

Hoy, 4 de junio, tampoco esposo está intranquilo si tengo que volver sola tarde.

Y hoy, 4 de junio, un día después de una movilización en la que se manifestaron muchísimas personas pidiendo un cambio, y expresando las distintas formas en las que se habilita una impunidad hacia el maltrato o a la falta de respeto a la mujer, espero que se pueda avanzar también en esta dirección en Argentina. 

Porque lo que sí me asusta, es que siga ese acuerdo silencioso, que no va a permitir que nada cambie. Que los mismos que posan con carteles que rezan #niunamenos sigan avalando la indiferencia al observar claras muestras de falta de respeto, que no merecemos. Que esos que ayer, 3 de junio, defendían este slogan, en el futuro, no reconozcan a dónde dejamos empezar la diferencia en el trato entre el hombre y la mujer.

Y hoy, 4 de junio, además de la tristeza que me genera cuántas mujeres no sobrevivieron para estar ayer defendiendo estos valores, y cuántos hijos, hermanos y amigos, fueron a reclamarlos por ellas; me angustia en el alma pensar que puedo vivir más tranquila en un país a 18.070 km de mi casa, que en mi casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario